2: Aunque los pacientes quizás quieran saber si un tratamiento «funciona», ¿qué sucede si no quieren conocer todos los pormenores?

Es importante encontrar un equilibrio entre sobrecargar a los pacientes con información y privarlos de la información suficiente que los ayude a tomar una decisión adecuadamente razonada. Igualmente importante es recordar que una persona podría necesitar cierta información al principio y más información después, a medida que sopesa los pros y los contras para tomar una decisión.

Durante una consulta, tanto el médico como el paciente deben sentirse satisfechos de que el paciente tiene la cantidad de información necesaria para seguir adelante y determinar, junto con el médico, cuál es el mejor plan de acción para el momento en particular.

Pero eso no es todo. Si, después de analizar la situación un poco más, el paciente tiene más preguntas y quiere más detalles, el médico debe ayudarlo a averiguar lo que quiere saber y a aclarar todas las cuestiones que no entienda.

Algunas opciones implican hacer concesiones difíciles; incluso puede significar tener que elegir el mal menor. Por ejemplo, en la sección 4 se trató el tema del aneurisma aórtico, el agrandamiento de la arteria principal del corazón, que puede producir hemorragias mortales. Una cirugía mayor puede corregir el problema, pero uno o dos pacientes de cada 100 morirán por la operación misma.

Por eso, hay que sopesar entre la mortalidad temprana de la operación frente al riesgo posterior de rotura letal. A largo plazo, una intervención quirúrgica es lo más recomendable, pero es posible que algunos pacientes razonablemente decidan no operarse o, al menos, postergar la operación hasta después de un acontecimiento importante, como la boda de una hija. Por esto, en lugar de decidirse a ciegas por una solución que ofrece la «única esperanza», es mejor sopesar los riesgos y el posible momento más oportuno

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