Que la vorágine no nos succione

En 2006, una paciente del Reino Unido, quien por casualidad tenía formación en medicina, se vio arrastrada por la marea de Herceptin. El año anterior le habían diagnosticado un cáncer de mama HER2 positivo.

‘Antes de recibir el diagnóstico, poco sabía acerca del tratamiento moderno del cáncer de mama y, al igual que muchas pacientes, consulté en Internet. El sitio web de la organización Breast Cancer Care llevaba a cabo una campaña para que todas las mujeres HER2 positivas tuvieran acceso a Herceptin, y me inscribí ya que simplemente no podía comprender, según la información disponible en el sitio web y en los medios, cómo se les podía negar un medicamento tan eficaz a mujeres que, si presentaban una recidiva, lo recibirían de todos modos… Comencé a sentir que si no recibía este fármaco ¡tendría muy pocas posibilidades de sobrevivir a mi cáncer! Periodistas del periódico “The Sun” también se pusieron en contacto conmigo, ya que apoyaban la campaña Herceptin y les interesaba mi caso, como médica y como «víctima del cáncer».

Al terminar la quimioterapia, analicé el tratamiento con Herceptin con mi oncólogo. Expresó su preocupación sobre los efectos cardíacos a largo plazo que habían surgido en estudios pero que habían recibido escasa atención en el sitio web y en los medios, especialmente si se consideraba que el fármaco se estaba administrando a mujeres que, por lo demás, eran sanas. Además, el análisis más cuidadoso del «beneficio del 50 %», que había sido muy citado y que había quedado grabado en mi mente, en realidad, a mi entender, se traducía en un beneficio del 4 % al 5 %, ¡que es igual al riesgo cardíaco! Por lo tanto, opté por no recibir el fármaco y no me arrepentiré aunque mi tumor reaparezca.

Esta historia ilustra cómo (incluso) una mujer con formación médica y normalmente racional es vulnerable cuando le diagnostican una enfermedad potencialmente mortal. […] gran parte de la información en torno al uso de Herceptin en el cáncer de mama en estadio inicial fue una campaña de promoción generada artificialmente con bombos y platillos por los medios y la industria, y alimentada por casos individuales como el mío.’

Cooper J. Sucked into the Herceptin maelstrom. BMJ 2007;334:18