Diseñar y llevar a cabo la investigación correctamente

Ante el estímulo de las encuestas que revelaban la deficiente calidad de muchos informes de ensayos clínicos, se han elaborado y aplicado normas para la escritura y publicación de trabajos científicos. Según estas normas, se debe especificar a cuántos pacientes se invitó a participar en un estudio y cuántos rehusaron la invitación. Los resultados se presentan según los diversos grupos de tratamiento seleccionados desde un principio.

Pero todavía queda mucho por mejorar: a) la elección de las preguntas que se plantean en la investigación; b) la forma como se plantean dichas preguntas para asegurar que los resultados de los tratamientos elegidos para evaluar sean aquellos que los pacientes consideran importantes; y c) la información que se pone a disposición de los pacientes.

Para explorar la factibilidad y aceptabilidad de un ensayo propuesto, pueden ser útiles los estudios preliminares con grupos de pacientes. Estos estudios pueden poner de relieve las deficiencias en el diseño, ayudar a definir los resultados más pertinentes o incluso demostrar que el concepto no sirve como punto de partida. [5, 6]

Esto puede ahorrar mucho tiempo, dinero y frustración. El ensayo clínico en hombres con cáncer de próstata localizado que se describió antes mostró cómo se mejoró el diseño de la investigación mediante la consideración meticulosa de los términos empleados por los médicos para describir la finalidad del ensayo y las opciones de tratamiento. El análisis de los puntos de vista de los pacientes hizo posible un estudio aceptable, porque se habían identificado las preocupaciones y las necesidades de información de los hombres invitados a participar, y la información proporcionada a los posibles participantes tuvo en cuenta estos hallazgos. [7]