Formular las preguntas de investigación correctas
A veces los médicos no saben qué tratamiento probablemente sea el mejor para sus pacientes porque las opciones disponibles no se han estudiado debidamente.
Dichos estudios, que pueden tener consecuencias importantes para la atención de los pacientes, quizás sean de escaso o ningún interés para la industria o el mundo académico, de modo que las preguntas importantes continúan sin respuesta. Y el hecho de no responder estas preguntas puede conducir a un daño inmenso.
Tomemos un ejemplo: si los corticoesteroides administrados a las personas con daño cerebral causado por lesiones físicas aumentan o disminuyen sus probabilidades de supervivencia. Los corticoesteroides se utilizaron durante décadas antes de que un estudio bien diseñado demostrara que este tratamiento de uso consagrado probablemente había matado a miles de pacientes con lesión cerebral. [2]
En un principio, la industria y algunos investigadores académicos se opusieron a las propuestas de realización de este estudio. ¿Por qué? Porque participaban en ensayos comerciales de medicamentos nuevos y costosos (denominados «fármacos neuroprotectores») para evaluar sus efectos en términos de ciertos resultados que tenían una importancia cuestionable para los pacientes, y no querían competencia que les quitara participantes.
Otra razón para ocuparse de estas preguntas sin respuesta es la de velar por que no se desperdicien recursos valiosos para la atención sanitaria. Cuando en los años cuarenta se introdujo la administración de una solución de albúmina humana por vía intravenosa para la reanimación de los quemados y otros pacientes en estado crítico, la teoría indicaba que este tratamiento debía reducir sus probabilidades de morir.
Increíblemente, hasta los años noventa no se hicieron pruebas imparciales para comprobar esta teoría. En esa época, en una revisión sistemática de los ensayos aleatorizados pertinentes no fue posible encontrar evidencia científica de que la solución de albúmina humana redujera el riesgo de muerte en comparación con las soluciones salinas simples. Lo que la revisión sistemática reveló, de hecho, fue que si algún efecto tenía la albúmina sobre el riesgo de muerte era el de aumentarlo. [3]
Los resultados de la mencionada revisión motivaron a los médicos de Australia y Nueva Zelanda a colaborar en la primera comparación imparcial suficientemente amplia entre la solución de albúmina humana y la solución salina intravenosa, otro líquido usado para la reanimación. [4] Este estudio, que debió hacerse medio siglo antes, no pudo encontrar prueba alguna de que la albúmina fuera mejor que la solución salina.
Dado que la albúmina es casi 20 veces más costosa que la solución salina, durante los últimos 50 años o poco más, se desperdiciaron en todo el mundo enormes sumas de dinero en los presupuestos sanitarios.