Avandia
En 2010, otro fármaco, la rosiglitazona, más conocido por su nombre comercial, Avandia, apareció en los titulares debido a los efectos colaterales indeseables que afectaban el aparato cardiovascular.
Diez años antes, las autoridades de registro sanitario de Europa y los Estados Unidos habían autorizado la comercialización de Avandia como un nuevo método de tratamiento de la diabetes tipo 2. Este tipo de diabetes ocurre cuando el cuerpo produce insuficiente insulina o cuando las células del cuerpo no responden a la insulina. Es mucho más frecuente que la diabetes tipo 1, en la que el cuerpo produce insuficiente insulina.
La diabetes tipo 2, que comúnmente se asocia con la obesidad, en general puede ser tratada de manera satisfactoria mediante una alimentación adecuada, la actividad física y la toma de medicamentos orales en vez de la inyección de insulina. Entre las complicaciones a largo plazo de la diabetes tipo 2, se encuentran un aumento en el riesgo de sufrir ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares; el objetivo principal de los tratamientos es reducir el riesgo de estas complicaciones.
Avandia se promocionó como un medicamento con una novedosa acción que mejoraba cómo usa el cuerpo la insulina; también se afirmaba que era más eficaz que los fármacos más tradicionales para controlar los niveles de azúcar en la sangre. La atención estaba puesta en la concentración de azúcar en sangre, no en las graves complicaciones que causan sufrimiento a los pacientes y que a la larga los mata.
Cuando se autorizó la comercialización de Avandia, la evidencia científica sobre su eficacia era limitada y no había pruebas sobre su efecto en cuanto al riesgo de los pacientes de sufrir ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Las autoridades de registro sanitario le pidieron al fabricante que realizara estudios adicionales pero, mientras tanto, Avandia se convirtió en un medicamento recetado de manera masiva y entusiasta en todo el mundo.
Las notificaciones de efectos cardiovasculares adversos comenzaron a aparecer y a acumularse a un ritmo constante; para el año 2004, en la Organización Mundial de la Salud estaban lo suficientemente preocupados como para pedirle al fabricante que volviera a revisar la evidencia científica de estas complicaciones. Lo hizo y confirmó un aumento en el riesgo. [6]
Transcurrieron seis años más hasta que las autoridades de registro sanitario estudiaron detenidamente la evidencia científica y actuaron en consecuencia. En setiembre de 2010 la FDA anunció que restringiría el uso de Avandia estrictamente a aquellos pacientes que no pudieran controlar su diabetes tipo 2 con otros fármacos; ese mismo mes la Agencia Europea del Medicamento recomendó que, en el transcurso de los dos meses siguientes, se suspendiera el uso de Avandia.
Ambas autoridades adoptaron esta decisión tras comprobar el aumento en el riesgo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares asociado al uso de este fármaco. Mientras tanto, investigadores independientes descubrieron una letanía de oportunidades para la acción que se desaprovecharon y, como lo expresa un grupo de profesionales de la salud, revelaron una necesidad fundamental de que las autoridades de registro sanitario y los médicos ‘exigieran mejores pruebas antes de embarcarnos en la medicación masiva de una gran cantidad de pacientes que recurrían a nosotros en busca de asesoramiento y tratamiento’. [7]