Accidente cerebrovascular
Los accidentes cerebrovasculares, o apoplejías, se encuentran entre las principales causas de muerte y discapacidad a largo plazo. La tasa de mortalidad oscila entre una y dos de cada seis durante el primer accidente cerebrovascular, y se eleva a cuatro de cada seis para los episodios subsiguientes.
Una de las causas subyacentes de los accidentes cerebrovasculares es el estrechamiento (estenosis) de la arteria que lleva sangre al cerebro, la arteria carótida. El material graso que recubre el interior de esta arteria a veces se desprende, obstruye arterias de menor calibre en el cerebro y produce un accidente cerebrovascular.
En los años cincuenta, los cirujanos empezaron a realizar una intervención quirúrgica, conocida como endarterectomía carotídea, para extirpar esos depósitos grasos. El objetivo de la operación era reducir el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular. Sin embargo, al igual que cualquier operación, el procedimiento quirúrgico en sí conlleva el riesgo de complicaciones.
Aunque la endarterectomía carotídea se hizo cada vez más popular, no fue hasta los años ochenta que se llevaron a cabo ensayos aleatorizados para evaluar los riesgos y beneficios de la operación. Los conocimientos obtenidos serían de vital importancia para pacientes y médicos.
Se realizaron dos ensayos diseñados adecuadamente, uno en Europa y otro en Norteamérica, en pacientes que ya tenían síntomas de estrechamiento de la arteria carótida (accidentes cerebrovasculares leves o síntomas pasajeros similares a los de la apoplejía), para comparar entre la operación y el mejor tratamiento no quirúrgico. Varios miles de pacientes participaron en estos estudios a largo plazo.
Los resultados, publicados en los años noventa, demostraron que la intervención quirúrgica puede reducir el riesgo de padecer un accidente cerebrovascular o morir, pero que los beneficios dependen del grado de estrechamiento de la arteria. El saldo final fue que los pacientes con un menor grado de estrechamiento resultaban perjudicados por la operación, que puede por sí misma provocar un accidente cerebrovascular. Estos importantes descubrimientos tuvieron repercusiones directas en la práctica clínica. [2, 3]