Preeclampsia en el embarazo

Otro ejemplo sobresaliente de buena investigación tiene que ver con las embarazadas. En todo el mundo, cerca de 600 000 mujeres mueren cada año por complicaciones relacionadas con el embarazo.

La mayoría de estas defunciones ocurren en los países en desarrollo, y muchas se deben a la eclampsia, un cuadro de ataques epilépticos (convulsiones) que se presenta durante el embarazo. La eclampsia es una enfermedad muy grave que puede matar tanto a la madre como al bebé. En la preeclampsia o toxemia del embarazo, que es un trastorno predisponente, las mujeres tienen presión arterial alta y proteínas en la orina.

En 1995, una investigación indicó que las inyecciones de sulfato de magnesio, un medicamento sencillo y de bajo costo, podían prevenir las convulsiones recurrentes en las mujeres con eclampsia. En el mismo estudio, también se observó que el sulfato de magnesio era más eficaz para detener las convulsiones que otros anticonvulsivos, incluido un fármaco mucho más costoso. Por eso, los investigadores decidieron que era importante averiguar si el sulfato de magnesio podía prevenir las convulsiones en las mujeres con preeclampsia.

El ensayo llamado Magpie, diseñado para responder a esta pregunta, fue todo un logro y en él participaron más de 10 000 embarazadas con preeclampsia en 33 países de todo el mundo. Además de la atención médica normal, la mitad de las mujeres recibieron una inyección de sulfato de magnesio; y la otra mitad, una inyección de placebo (una sustancia inactiva que semeja un medicamento).

El estudio Magpie arrojó resultados claros y convincentes. Demostró que el sulfato de magnesio reducía en más de la mitad la probabilidad de sufrir convulsiones. Además, aunque el tratamiento al parecer no disminuía el riesgo de muerte del bebé, se demostró que podía reducir el riesgo de muerte de la madre. Y, salvo por algunos efectos colaterales leves, el sulfato de magnesio parecía inocuo para madre e hijo. [4, 5]