Daño evitable a las personas que participan en las investigaciones
El hecho de no evaluar toda la evidencia científica pertinente y fiable también puede dar lugar a que las personas que participan en las investigaciones resulten perjudicadas.
Se sigue encargando y permitiendo a los investigadores que realicen estudios que implican no utilizar tratamientos que se sabe que son eficaces. Por ejemplo, mucho tiempo después de que la evidencia científica fiable demostró que la administración de antibióticos a los pacientes sometidos a operaciones del intestino reducía sus probabilidades de morir por complicaciones de la intervención, los investigadores seguían haciendo estudios comparativos, en los cuales la mitad de los pacientes participantes en los ensayos controlados no recibían antibióticos.
Al no revisar de un modo sistemático lo que ya se sabía, los investigadores privaron a la mitad de los participantes de sus estudios de un tratamiento beneficioso conocido. Esta omisión grave fue evidentemente pasada por alto por los organismos patrocinadores que financiaron las investigaciones y por los comités de ética de la investigación que revisaron los protocolos y no cuestionaron a los investigadores.
No solo se puede poner en riesgo a los pacientes que necesitan tratamiento si los investigadores no evalúan sistemáticamente lo que ya se conoce sobre los efectos de los tratamientos que se les administrarán. Los voluntarios sanos también pueden resultar perjudicados.
¿Podría haberse evitado la muerte si primero se hubiera verificado la evidencia?
En la primera etapa de prueba de algunos tratamientos generalmente participan un número muy pequeño de voluntarios sanos. En 2006, seis jóvenes voluntarios en un centro de investigación privado de West London recibieron infusiones de un fármaco que no se había probado antes en seres humanos. Todos sufrieron complicaciones potencialmente mortales (uno de ellos perdió los dedos de los pies y de las manos), y su salud a largo plazo resultó deteriorada.
Muy probablemente, esta tragedia podría haberse evitado [13] si se hubiese enviado a publicar un informe de una reacción grave a un fármaco similar [14] y si los investigadores hubiesen evaluado sistemáticamente lo que ya se sabía sobre los efectos de dichos fármacos. [15] Si lo hubiesen hecho, posiblemente habrían cancelado su estudio; o si hubiesen decidido continuar, podrían haber inyectado a los voluntarios uno a uno en lugar de simultáneamente; y podrían y deberían haber advertido a los jóvenes voluntarios sanos sobre los posibles riesgos. [16]