Trastornos psiquiátricos

Lamentablemente, la investigación no siempre se hace correctamente ni es pertinente. Esto puede ilustrarse con el caso de un padecimiento terrible llamado discinesia tardía. Se trata de un grave efecto colateral del uso a largo plazo de ciertos medicamentos llamados neurolépticos (antipsicóticos), que se emplean para los trastornos psiquiátricos, en especial la esquizofrenia.

Las manifestaciones más notables de la discinesia tardía son movimientos repetitivos e involuntarios de la boca y la cara: el paciente hace muecas, chasquea los labios, saca la lengua e infla las mejillas. A veces, esto se acompaña de movimientos espasmódicos de las manos y los pies. Uno de cada cinco pacientes que toman un neuroléptico durante más de tres meses presenta estos efectos colaterales.

En los años noventa, un grupo de investigadores decidió revisar, de manera sistemática, qué tratamientos se habían usado para la discinesia tardía durante los últimos 30 años. Al escribir su informe en 1996, se mostraron sorprendidos por haber encontrado cerca de 500 ensayos aleatorizados en los que se evaluaron 90 tratamientos farmacológicos diferentes. Sin embargo, ninguno de estos ensayos había producido datos útiles.

Algunos habían incluido muy pocos pacientes como para obtener resultados fiables; en otros, los tratamientos se habían administrado por lapsos tan breves que fueron en vano. [11] Más adelante, el mismo grupo de investigación publicó una revisión exhaustiva del contenido y la calidad de los ensayos aleatorizados pertinentes al tratamiento de la esquizofrenia en general. Revisaron 2000 ensayos y sus descubrimientos fueron muy decepcionantes.

Con el transcurso de los años, los medicamentos sin duda han mejorado, en algunos aspectos, las perspectivas para las personas con esquizofrenia. Por ejemplo, la mayoría de los pacientes ahora pueden vivir en casa o en la comunidad. No obstante, todavía en los años noventa (e incluso en la actualidad), la mayor parte de las pruebas de medicamentos se hacían en pacientes hospitalizados, por lo cual su pertinencia para el tratamiento ambulatorio es incierta.

Además, la falta de uniformidad con la cual se evaluaron los resultados de los tratamientos fue sorprendente. Los investigadores descubrieron que en los ensayos se estudiaron más de 600 tratamientos, principalmente farmacológicos pero también con psicoterapia; no obstante, se aplicaron más de 640 escalas diferentes para evaluar los resultados, y 369 de estas se usaron una sola vez.

Por todo lo anterior, comparar entre los resultados de los diferentes ensayos era muy difícil, y prácticamente ni los médicos ni los pacientes podían interpretar los resultados. Entre una diversidad de problemas, los investigadores encontraran numerosos estudios que incluyeron muy pocos participantes o fueron de muy corto plazo para arrojar resultados útiles. Además, los tratamientos farmacológicos nuevos en general se comparaban con dosis inadecuadamente altas de un fármaco que era conocido por sus efectos colaterales, aun cuando existían tratamientos de mejor tolerabilidad, lo que constituía una prueba obviamente tendenciosa.

Los autores de esta revisión concluyeron que medio siglo de estudios de calidad, duración y utilidad clínica limitadas dejaba un amplio terreno para ensayos bien planificados, realizados de manera adecuada y publicados competentemente. [12]