Más no necesariamente significa mejor

Punto clave

  • El tratamiento más intensivo no necesariamente es beneficioso y, en algunos casos, puede hacer más mal que bien.
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Introducción

Un concepto erróneo muy difundido es que si un tratamiento es bueno entonces más del mismo debe ser mejor. Simplemente esto no es verdad, en realidad, más puede ser peor. La búsqueda de la dosis «correcta», aquella que ofrece muchos beneficios y causa pocos efectos adversos (o colaterales), es un desafío común para todos los tratamientos. A medida que la dosis aumenta, los efectos benéficos alcanzan una meseta, pero generalmente aumentan los efectos adversos. Por lo tanto, «más» puede disminuir el beneficio real o incluso causar un daño general.

Los diuréticos son un buen ejemplo de esto: en dosis bajas, disminuyen la presión arterial y tienen pocos efectos adversos. Una dosis más alta no disminuye más la presión arterial, sino que provoca efectos indeseados, como micción frecuente, impotencia e hiperglucemia. De igual modo, la aspirina en dosis bajas (entre un cuarto y la mitad de un comprimido de 500 mg por día) ayuda a prevenir los accidentes cerebrovasculares y tiene muy pocos efectos adversos. Sin embargo, aunque varios comprimidos de aspirina por día pueden aliviar un dolor de cabeza, no servirán para prevenir más accidentes cerebrovasculares y aumentarán el riesgo de úlceras gástricas. Este principio de la «dosis correcta» abarca no solo el tratamiento farmacológico, sino también muchos otros, incluida la cirugía.