Antibióticos en el trabajo de parto prematuro

Las pruebas imparciales de los tratamientos con efectos beneficiosos deseados, y que se supone son inocuos, pueden mostrar que ninguna de las dos opciones es verdadera. Los médicos prescriben tratamientos con la mejor de las intenciones, en especial cuando pueden ofrecer esperanza en una situación desesperada. Por ejemplo, una teoría sugirió que una infección «silenciosa» (subclínica) podría desencadenar el trabajo de parto prematuro y el parto antes de término.

La teoría condujo a los médicos a prescribir antibióticos a algunas embarazadas con la esperanza de que pudiese ayudar a prolongar el embarazo. Nadie pensó seriamente que el uso de antibióticos de este modo causaría algún problema grave. De hecho, existe evidencia científica de que las mismas mujeres deseaban recibir antibióticos, con una actitud de «probemos esto, no puede hacer ningún daño».

Cuando finalmente se realizó una prueba imparcial de este tratamiento, los resultados tuvieron consecuencias clínicas claras. Para comenzar, no fue posible detectar ningún beneficio real. Encima de eso, el seguimiento a largo plazo de los bebés que participaron en el estudio mostró que aquellos que habían estado expuestos a antibióticos tenían más probabilidades que aquellos en el grupo de comparación de presentar parálisis cerebral y problemas con el habla, la visión y la marcha. Estos riesgos de los antibióticos habían pasado desapercibidos durante los decenios en que se prescribieron antibióticos a las mujeres sin evidencia científica adecuada sobre sus efectos obtenidos de pruebas imparciales.

Como sucede a menudo, aquellos que recibieron un tratamiento evaluado inadecuadamente en la práctica clínica «normal» tenían más probabilidades de resultar perjudicados que aquellos que recibieron el mismo tratamiento prescrito en un contexto de investigación. Para decirlo con otras palabras, en general, las personas tuvieron más riesgo cuando tomaron los fármacos como fruto de una prueba no imparcial. [17], [18], [19]