¿Alguien es normal?

Tomografías computarizadas de cuerpo entero

Entre las pruebas que se ofrecen en las clínicas privadas se encuentra la TC de cuerpo entero para examinar la cabeza, el cuello, el tórax, el abdomen y la pelvis. Se ofrecen de forma directa al público y, habitualmente, se realizan sin consultar al médico general de la persona.

A menudo, las tomografías de cuerpo entero se promocionan como una forma de mantenerse un paso por delante de las posibles enfermedades, con la premisa de que un resultado «normal» será tranquilizador. No solo estas pruebas son costosas, sino que tampoco existe evidencia científica de que se obtiene algún beneficio para la salud en general al realizar estas pruebas en personas sin signos o síntomas de enfermedad. Además, la exposición a la radiación es considerable y llega a ser 400 veces más que una radiografía de tórax. Es tan grande esta cifra que, en 2007, el Comité sobre los Aspectos Médicos de la Radiación en el Medio Ambiente (COMARE) del Reino Unido recomendó encarecidamente que «los servicios que ofrezcan tomografía de cuerpo entero a personas asintomáticas deben dejar de hacerlo». En 2010, después de una consulta, el gobierno británico anunció su intención de instituir reglamentaciones más severas para el uso de las tomografías de cuerpo entero

Del mismo modo, la FDA advirtió a la población que estas tomografías no tienen ningún beneficio probado para las personas sanas, y comentó: «Muchas personas no se dan cuenta de que una tomografía de cuerpo entero no les dará necesariamente la tranquilidad que desean ni la información que les permitiría prevenir un problema de salud. Por ejemplo, un hallazgo anormal puede no ser grave y un hallazgo normal puede ser inexacto». [23, 24, 25]

Encontrar el equilibrio

Nunca será fácil encontrar el equilibrio entre la búsqueda demasiado afanosa de la enfermedad y el fracaso en la identificación de las personas que pueden beneficiarse de la detección temprana, y esto llevará inevitablemente a tomar decisiones impopulares. Todos los sistemas de atención sanitaria deben utilizar sus recursos de forma eficiente si se pretende un beneficio para toda la población.

Este principio fundamental sin duda significa que los programas de cribado no solo deben estar basados en evidencia científica sólida cuando se implementan, sino también examinarse constantemente para verificar su utilidad a medida que obtiene más evidencia científica y que las circunstancias cambian. Una cuestión importante que debe analizarse es si los programas de cribado deben ofrecerse a grandes sectores de la población o si deben dirigirse a aquellos que tienen un riesgo alto de desarrollar una enfermedad.