Los efectos beneficiosos del optimismo y las ilusiones

En la actualidad, se conocen mejor las razones psicológicas para que las personas atribuyan cualquier mejoría en su afección al tratamiento que recibieron. Todos tenemos la tendencia de suponer que si un suceso sigue a otro, el primero puede ser responsable del segundo. Y somos proclives a ver patrones donde no existen; un fenómeno que se ha demostrado muchas veces en áreas tan diversas como lanzar una moneda, los precios de la bolsa de valores y los lanzamientos del baloncesto.

Además todos tenemos la tendencia a cometer lo que se denomina sesgo de verificación: vemos lo que esperamos ver, «ver para creer». Cualquier apoyo que encontremos para nuestras creencias fomentará nuestra seguridad de que tenemos la razón. Por el contrario, es posible que no reconozcamos ni aceptemos de buena gana información que contradiga nuestros puntos de vista y, por lo tanto, tendemos a hacer la vista gorda, a menudo inconscientemente.

La mayoría de los pacientes y los médicos esperan, por supuesto, que los tratamientos ayuden. Pueden concluir que algo funciona simplemente porque concuerda con su creencia de que debe funcionar. No buscan información que sea contraria a sus creencias e incluso la descartan.

Estos efectos psicológicos también explican por qué los pacientes que creen que un tratamiento ayudará a aliviar sus síntomas es muy probable que experimenten mejorías en su afección, aunque el tratamiento, de hecho, no tenga un principio activo (es decir, es un «placebo»).

Los pacientes han comunicado mejorías después de recibir pastillas hechas con azúcar, inyecciones de agua, tratamientos con aparatos eléctricos desactivados y cirugías que consistieron únicamente en hacer un corte y suturarlo.

Tomemos el ejemplo de una prueba que compara distintas dietas para adelgazar. Los investigadores reclutaron a televidentes de un programa de televisión popular que deseaban adelgazar y los asignaron a una de seis dietas. Una de ellas, «té bai lin», se había promocionado como un método exitoso para adelgazar. El peso promedio de los participantes descendió en los seis grupos, pero en algunos mucho más que en otros. Sin embargo, cuando se difundieron los resultados en televisión, se reveló que una de las dietas, ‘la dieta de la zanahoria’, no era en absoluto una dieta para adelgazar. Se había incluido en la prueba para tener un «punto de comparación» de adelgazamiento que no se debía a ninguna de las seis dietas, sino a los cambios en los hábitos de alimentación resultantes de otros factores que habían motivado a los participantes a comer de forma diferente. [2]