Aprotinina: efecto en la hemorragia durante y después de una intervención quirúrgica

Financiadores de investigaciones, instituciones académicas, investigadores, comités de ética de la investigación y revistas científicas son todos cómplices en la investigación innecesaria.

Tal como ya lo hemos explicado, y como indican los dos primeros ejemplos de investigación innecesaria, no se deben diseñar ni ejecutar nuevas investigaciones sin antes evaluar sistemáticamente los conocimientos obtenidos en otras investigaciones.

Un impactante análisis publicado en 2005 se centró en los ensayos comparativos de un fármaco llamado aprotinina, utilizado para reducir la hemorragia durante y después de una intervención quirúrgica. La aprotinina funciona. Lo impactante es que, mucho después de haberse acumulado pruebas contundentes que indicaban que el fármaco reduce considerablemente el uso de transfusiones sanguíneas, se siguieron realizando ensayos comparativos. [16]

En el momento del análisis, se habían publicado los informes de 64 ensayos. Entre 1987 y 2002, la proporción de informes anteriores pertinentes citados en sucesivos informes de ensayos sobre la aprotinina descendió de 33 % a apenas un 10 % entre los informes más recientes. Solo 7 de 44 informes posteriores hicieron referencia al informe del ensayo más grande (que fue 28 veces más grande que la mediana de los tamaños de ensayos); y ninguno de los informes hizo referencia a las revisiones sistemáticas de estos ensayos publicadas en 1994 y 1997.

Según lo destacan los autores de los análisis, se supone que la ciencia debe ser acumulativa, pero muchos científicos no acumulan evidencia de una manera científica. La mayoría de los estudios nuevos no están diseñados teniendo en cuenta las revisiones sistemáticas de la evidencia científica y la nueva evidencia casi no se informa en el contexto de las actualizaciones de esas revisiones.