Mediciones imparciales de los resultados de los tratamientos
Aunque uno de los motivos del uso de tratamientos ficticios en las comparaciones de tratamientos es ayudar a los pacientes y a los médicos a cumplir con los tratamientos asignados a ellos, un motivo más ampliamente reconocido para dicho «enmascaramiento» es la reducción de los sesgos cuando se evalúan los resultados de los tratamientos.
El enmascaramiento por este motivo tiene una historia interesante. En el siglo XVIII, el rey Luis XVI de Francia exigió que se investigaran las afirmaciones de Anton Mesmer acerca de los efectos beneficiosos del «magnetismo animal» (también llamado «mesmerismo»). El rey deseaba saber si los efectos se debían a una «fuerza real» o a «ilusiones de la mente». En una prueba del tratamiento, se les vendaron los ojos a una serie de personas y se les dijo que estaban o que no estaban recibiendo el magnetismo animal cuando la realidad, en ocasiones, era lo contrario. Las personas únicamente informaron sentir los efectos del «tratamiento» cuando les habían dicho que lo estaban recibiendo.
Con relación a ciertos resultados de los tratamientos, como la supervivencia, es muy poco factible una evaluación tendenciosa de los resultados ya que la muerte de una persona deja poco lugar a dudas. Sin embargo, la evaluación de la mayoría de los resultados conlleva alguna subjetividad, porque los resultados deben involucrar, y a menudo lo hacen, las experiencias de los pacientes de síntomas tales como el dolor y la ansiedad. Las personas pueden tener motivos individuales para preferir uno de los tratamientos que se comparan. Por ejemplo, podrían estar más atentas a los signos de un posible beneficio cuando creen que un tratamiento es bueno para ellas, y más dispuestas a atribuirle los efectos perjudiciales a un tratamiento que les causa dudas.
En estas circunstancias habituales, el enmascaramiento es una característica recomendable de las pruebas imparciales. Esto significa que los tratamientos que se están comparando deben parecer iguales.
Por ejemplo, en una prueba de tratamientos para la esclerosis múltiple, todos los pacientes fueron examinados tanto por un médico que desconocía si los pacientes habían recibido los fármacos nuevos o un tratamiento sin principios activos (es decir, el médico estaba «cegado»), como también por un médico que conocía el grupo de comparación al que los pacientes estaban asignados (es decir, el médico no estaba «cegado»). Las evaluaciones realizadas por los médicos «cegados» sugirieron que el tratamiento nuevo no era útil mientras que las evaluaciones de los médicos «no cegados» sugirieron que el tratamiento nuevo era beneficioso. [8] Esta diferencia implica que el tratamiento nuevo no era eficaz y que el conocimiento de la asignación del tratamiento indujo a que los médicos «no cegados» «vieran lo que creían» o lo que deseaban.
En términos generales, cuanto mayor sea el grado de subjetividad en la evaluación de los resultados de los tratamientos, más conveniente será enmascarar las pruebas de los tratamientos para que sean imparciales.
Incluso, en ocasiones, es posible cegar a los pacientes en cuanto a si reciben o no un procedimiento quirúrgico real. Un estudio así se realizó en pacientes con artrosis de rodilla. No hubo una ventaja ostensible de un abordaje quirúrgico que comprendía el lavado y la limpieza de las articulaciones afectadas por artrosis cuando se lo comparó con una incisión a través de la piel que cubre la rodilla, con el paciente anestesiado, y el simulacro de que luego se lavó el espacio articular. [9]
A menudo resulta simplemente imposible que los pacientes y los médicos estén «cegados» respecto de los tratamientos que se comparan; por ejemplo, al comparar una intervención quirúrgica y un tratamiento medicamentoso o cuando un fármaco tiene un efecto colateral característico. Sin embargo, incluso en el caso de algunos resultados para los que podría introducirse sesgo de manera inadvertida —por ejemplo, al asignar una causa a la muerte o al evaluar una radiografía—, el sesgo se puede evitar si los resultados son evaluados de manera independiente por personas que desconozcan qué tratamiento recibió cada paciente.