Daño evitable a los pacientes

Los tratamientos recomendados para los ataques cardíacos que habían aparecido en los libros de texto publicados en un período de 30 años se compararon con la evidencia científica que podría haberse tenido en cuenta si los autores hubiesen revisado sistemáticamente los resultados de pruebas imparciales de tratamientos evaluados durante ese tiempo. [11]

Esta comparación mostró que las recomendaciones de los libros de texto a menudo eran incorrectas porque los autores no habían revisado sistemáticamente la evidencia científica pertinente, lo cual tenía repercusiones devastadoras.

En algunos casos, se estaba privando a los pacientes con ataques cardíacos de recibir tratamientos que podrían salvarles la vida (por ejemplo, medicamentos para desintegrar los coágulos). En otros casos, los médicos siguieron recomendando tratamientos mucho después de que las pruebas imparciales habían demostrado que eran mortales; por ejemplo, el uso de fármacos para disminuir las alteraciones del ritmo cardíaco en pacientes con ataques cardíacos).

Al no combinar los resultados de los estudios en revisiones sistemáticas a medida que se obtiene nueva evidencia científica, se sigue perjudicando a los pacientes.

Los sucedáneos de la sangre que no necesitan refrigeración o determinación de la compatibilidad cruzada son una alternativa obviamente atractiva a la sangre real para el tratamiento de la hemorragia. Lamentablemente estos productos aumentan el riesgo de ataques cardíacos y muerte. Además, una revisión sistemática de ensayos aleatorizados publicados desde fines de los años noventa revela que sus riesgos podrían y deberían haberse reconocido muchos años antes. [12]