Generación e investigación de las sospechas sobre los efectos adversos imprevistos de los tratamientos

Generación de sospechas sobre los efectos imprevistos de los tratamientos

A menudo, los profesionales de la salud o los pacientes son los primeros en sospechar los efectos imprevistos de los tratamientos, sean buenos o malos. [10] Debido a que los estudios de evaluación de los tratamientos que se necesitan para obtener licencias de comercialización incluyen solo a unos cientos o unos miles de personas tratadas en unos pocos meses, en esta etapa es probable que se encuentren únicamente los efectos colaterales que aparecen con relativa frecuencia y a corto plazo. Los efectos poco frecuentes o que tarden algún tiempo en manifestarse no se descubrirán hasta que haya un uso más generalizado de los tratamientos, durante un período más prolongado y en una gama más amplia de pacientes que aquellos que participaron en las pruebas previas a la obtención de la licencia.

Cada vez en más países, entre ellos, el Reino Unido, los Países Bajos, España, Suecia, Dinamarca y los Estados Unidos, existen servicios donde los médicos y los pacientes pueden informar presuntas reacciones medicamentosas adversas, que luego se pueden investigar formalmente. [11]

Aunque ninguno de estos programas de notificación fue especialmente eficaz para distinguir reacciones adversas importantes a los fármacos, hay algunos casos donde lo han hecho. Por ejemplo, cuando la rosuvastatina, un medicamento para reducir el colesterol, se introdujo en el Reino Unido en 2003, los informes pronto comenzaron a señalar un efecto adverso grave, poco frecuente e imprevisto en los músculos, que se denomina rabdomiólisis. En esta afección, los músculos se lesionan rápidamente y liberan productos de degradación que pueden ocasionar un daño renal grave. A través de investigaciones adicionales se demostró que los pacientes que tenían mayor riesgo de sufrir esta complicación eran los que tomaban dosis altas del fármaco.

Investigación de sospechas sobre los efectos imprevistos de los tratamientos

Las sospechas sobre los efectos adversos a menudo resultan ser falsas alarmas. [10] Entonces, ¿cómo se deben investigar las sospechas sobre los efectos imprevistos de los tratamientos para averiguar si los presuntos efectos son reales?

Las pruebas para confirmar o descartar los efectos imprevistos de los cuales se sospecha deben cumplir con los mismos principios que los estudios para descubrir los efectos deseados previstos de los tratamientos. Y eso significa evitar las comparaciones tendenciosas, procurar que «se compare algo con su similar» y estudiar números suficientes de casos.

Al igual que con los efectos esperados de los tratamientos, los efectos drásticos imprevistos son más fáciles de detectar y confirmar que los efectos menos drásticos de los tratamientos. Si el resultado imprevisto sospechoso de estar causado por el tratamiento es habitualmente muy raro, pero se presenta con bastante frecuencia después de usar el tratamiento, por lo general tanto los médicos como los pacientes percibirán que algo anda mal.

A finales del siglo XIX, un cirujano suizo llamado Theodor Kocher, se enteró a través de un médico general que una de las niñas a las que, algunos años antes, les había extirpado un bocio tiroideo se había vuelto desanimada y letárgica. Cuando analizó este y otros casos de pacientes con bocio que había operado, descubrió que la extirpación completa de la glándula tiroidea hipertrofiada traía como consecuencia el cretinismo y el mixedema, como se sabe, problemas graves poco frecuentes resultantes de la falta de la hormona producida por la glándula. [12]

Los efectos imprevistos de la talidomida se sospecharon y se confirmaron porque la asociación entre el uso del fármaco en el embarazo y el nacimiento de bebés sin miembros fue impresionante. Prácticamente nunca antes se habían visto ese tipo de deformidades.

Less dramatic unanticipated effects of treatments sometimes come to light in randomized trials designed to assess the relative merits of alternative treatments. A randomized comparison of two antibiotics given to newborn infants to prevent infection revealed that one of the drugs interfered with the body’s processing of bilirubin, a waste product from the liver. The build up of the waste product in the blood led to brain damage in babies who had received one of the antibiotics being compared. [13]

En algunos casos, análisis adicionales de ensayos aleatorizados que se realizaron en el pasado pueden ayudar a identificar efectos adversos menos impresionantes. Después de que se demostró que el dietilestilbestrol (DES) administrado a mujeres durante el embarazo había causado cáncer en las hijas de algunas de ellas, se especuló sobre otros posibles efectos adversos. Estos se detectaron al comunicarse con los hijos y las hijas de mujeres que habían participado en ensayos comparativos. Estos estudios de seguimiento revelaron deformidades genitales y esterilidad en hombres y mujeres.

Más recientemente, cuando se sospechó que el rofecoxib (Vioxx), un fármaco nuevo para la artritis, causaba ataques cardíacos, un análisis más exhaustivo de los resultados de ensayos aleatorizados pertinentes mostró que el fármaco realmente tenía este efecto adverso. [14]

El seguimiento de pacientes que han participado en ensayos aleatorizados es obviamente una forma muy recomendable de asegurar que se está comparando algo con su similar al investigar las sospechas sobre efectos imprevistos de los tratamientos. Lamentablemente, a menos que esto se haya previsto con anticipación, rara vez es una opción. La investigación de las sospechas sobre posibles efectos adversos de los tratamientos sería menos problemática si la información de contacto de las personas que participaron en ensayos aleatorizados se recopilara sistemáticamente. De este modo, sería posible ponerse en contacto nuevamente con estas personas para obtener más información sobre su salud.

La investigación de los efectos adversos de los cuales se sospecha es más fácil si estos atañen a problemas de salud completamente diferentes de la afección para la cual se había prescrito el tratamiento. [15] Por ejemplo, cuando el Dr Spock recomendó que los bebés debían dormir boca abajo, su indicación fue para todos los bebés, no para aquellos que se creía que tenían un riesgo de muerte súbita del lactante más alto que el promedio. La ausencia de relación entre el consejo prescrito («poner a los bebés boca abajo para dormir») y la presunta consecuencia del consejo (muerte súbita del lactante) ayudó a fortalecer la conclusión de que la asociación observada entre el consejo prescrito y la muerte súbita del lactante reflejó la causa y el efecto.

Por el contrario, la investigación de las sospechas de que los fármacos prescritos para la depresión llevaban a aumentar los pensamientos suicidas que a veces acompañan a la depresión presenta muchas más dificultades. A menos que se realicen comparaciones aleatorizadas de los fármacos en cuestión con otros tratamientos para la depresión, es difícil suponer que las personas que tomaron el fármaco y aquellas que no lo tomaron tienen una semejanza suficiente como para lograr una comparación fiable. [16]