Comparación de algo con su similar

En esta sub-sección

Las comparaciones son la clave

Las comparaciones son fundamentales para todas las pruebas imparciales de los tratamientos. En ocasiones, los médicos y los pacientes comparan en su pensamiento los beneficios relativos de dos tratamientos. Por ejemplo, tienen la impresión de que ellos u otros están respondiendo a un tratamiento de modo diferente a como respondieron a tratamientos anteriores. A veces las comparaciones se realizan de un modo más formal. Ya en el siglo IX, el físico persa al-Razi comparó el resultado de pacientes con meningitis tratados con sangría con el resultado de aquellos tratados sin sangría para ver si esta podía ser útil.

Los tratamientos generalmente se prueban comparando a grupos de pacientes que han recibido diferentes tratamientos. Con objeto de que las comparaciones de tratamientos sean imparciales, las mismas deben asegurar que lo que se compara sea similar: la única diferencia sistemática entre los grupos de pacientes deben ser los tratamientos que reciben.

La idea no es nueva. Por ejemplo, antes de comenzar su comparación de seis tratamientos para los pacientes con escorbuto a bordo del HMS Salisbury en 1747, James Lind a) seleccionó cuidadosamente a pacientes que estuviesen en una etapa similar de esta enfermedad muchas veces mortal; b) se aseguró de que los pacientes recibieran la misma alimentación; y c) dispuso que estuviesen alojados en condiciones similares (véase el capítulo 1). Lind reconocía que otros factores ajenos al tratamiento podían influir en las probabilidades de recuperación de sus pacientes.

Una forma de hacer que una prueba sea tendenciosa hubiese sido administrar uno de los tratamientos recomendados para el escorbuto, por ejemplo, el ácido sulfúrico que recomendaba El Colegio Real de Médicos de Londres, a los pacientes que, para empezar, estaban menos enfermos y en las primeras etapas de la enfermedad, y otro tratamiento, por ejemplo, los cítricos que recomendaban algunos marineros, a los pacientes que ya estaban cerca de la muerte. De esta forma, el ácido sulfúrico hubiese parecido ser mejor, aunque en realidad era peor.

Sesgos como estos pueden surgir a menos que se tenga el cuidado de procurar que se comparen elementos similares en todos los sentidos relevantes.